En los últimos años ha crecido la
competencia entre instituciones educativas, muchas de ellas ofertan
educación de calidad cuyo respaldo se encamina a ser pioneras en el uso de
las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), la mayoría apuesta por la
inclusión de laboratorios de computación con internet, de proyectores, sistemas
de sonido completo y otras tecnologías.
La inclusión de tecnología en los educativos
no garantiza el aprendizaje del estudiante, pues está supeditado a otros
factores. Julio Cabero aclara este
panorama al plantear que “el valor de la transformación y la significación que se alcance con
ellas no dependerá de la tecnología en sí misma, sino de la capacidad de
relacionarlas con el resto de las variables curriculares: contenidos, objetivos
u organizativas y de la aplicación sobre estrategias didácticas específicas”. (Cabero
2003)
En medio de este contexto, no cabe la
menor duda que el maestro y el estudiante son parte fundamental del proceso
educativo, de ellos depende el efecto positivo o negativo del uso de la
tecnología, partiendo de objetivos
claros que guíen la razón de su uso. Si bien es cierto, el acceso a las TIC ha
abierto una gama de posibilidades de obtener información, esto no garantiza que
el estudiante sea competente en la construcción del conocimiento, Cabero opina
al respecto “no es sólo una cuestión de
tener acceso, sino también de saber qué hacer una vez que se tiene el acceso, y
de saber evaluar y discriminar la información que nos encontramos”. (Cabero
2004)
La opinión anterior de Cabero sirve de base para
dar a conocer que en nuestra institución educativa hacemos lo posible para
que el estudiante interprete la
información, la analice, reflexione y sobre esta plataforma genere sus propios
constructos, apoyados en una oportuna
mediación tecnológica.
Si bien es cierto, en un inicio creímos que la sola
inclusión de la tecnología resolvería los problemas educativos - tal y como lo apunta uno de los mitos – nos
fuimos dando cuenta que éstas son únicamente un recurso para que el estudiante
alcance otro nivel en su formación, por
ello apostamos al aprovechamiento de los recursos que las TIC nos proveen.
A pesar que nos falta mucho por aprender en este
fascinante mundo de la tecnología, describo algunos ejemplos de su uso en
nuestra institución: Los docentes al término de una unidad temática solicitan a
los estudiantes que elaboren mapas mentales apoyados en software de uso libre
que se encuentran en la web, se elaboran
diaporamas dando la oportunidad a que la creatividad del estudiante se ponga de
manifiesto, se construyen ensayos que son compartidos entre los estudiantes vía
correo electrónico para que cada uno comente y realice sugerencias, entre
otros.
Finalmente, es oportuno remarcar que para ir más
allá de los mitos que plantea Cabero es necesario que los involucrados en el
proceso educativo sean los primeros que pongan en evidencia que “la igualdad de acceso al
conocimiento, no es la igualdad ante el conocimiento y que las tecnologías,
independientemente de lo potente que sean, son solamente instrumentos
curriculares y, por tanto, su sentido, vida y efecto pedagógico vendrá de las
relaciones que sepamos establecer con el resto de componentes del currículum”. (Cabero, 2003)
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